No sabéis a cantidad de mujeres que me encuentro que me comentan que tenían super claro su emprendimiento hasta que les tocó venderlo. En ese momento empiezan a aparecer los miedos, las inquietudes, las inseguridades, las comparaciones… Yo también he estado allí.
Cuando decidí emprender me di cuenta de que nada valía todo el conocimiento que tuviera detrás si no ponía por encima de todo mi creencia firme de que lo que ofrecía tenía sentido y valor.
Yo también he llegado a pensar que la mejor manera de conseguir clientes al principio era poner un precio bajo y que luego podría ir bajándolos (mala idea). También me han entrado los miedos de decir que si estaba empezando quién iba a pagar por mis servicios (peor idea). También he caído en el pensamiento loco de que porque con 18 años decidí estudiar una cosa que no tiene nada que ver con lo que estoy haciendo ahora, a lo mejor me estaba equivocando…(nefasta idea). Y ¿sabes? Todo esto ha aparecido no porque sea mala vendiendo…si no porque soy humana y tengo miedos. Llevo formando equipos comerciales más de 10 años, he recibido yo misma multitud de formaciones, he devorado libros…yo sé vender…lo que no sé es quererme cuando lo necesito.
A ti amiga, te pasa lo mismo. Has salido de tu zona de confort y ahora ya no vas sola, ahora vas a contarle al mundo que estás en territorio nuevo, de aprendizaje… y ahí, te haces pequeñita. No es problema de que la venta no sea lo tuyo, es un tema de amor propio. Todo esto tiene nombre y apellidos: síndrome del impostor. Viene muchas veces a visitarme así que entiendo que no será la primera vez que te hable de él. Pero voy a centrarme en lo que te quería transmitir hoy: sabes vender. Lo has hecho a lo largo de tu vida en numerosas ocasiones. Cuando querías conseguir que tus padres te compraran algo, estabas vendiendo. Cuando querías hacer un plan con tus amigas, estabas vendiendo y cuando conociste a aquella persona y conseguiste que cayera rendida a tus pies…estabas vendiendo. Vender no es más que crear ganas de comprar y va de personas, concretamente de la que tienes en frente. Habrá cosas que podamos hacer mejor, como en todo, pero no significa que no sepas hacerlo.
Deja de repetirte que no sabes vender, que la venta no es para ti, que no es lo tuyo… porque ya hemos dejado claro que saber, si sabes. Ahora lo que te planteo es que pongas nombre y apellidos a tus verdaderos miedos, a esas inseguridades que surgen cuando piensas en la venta y luego pregúntate ¿qué hay detrás de cada uno de ellos?
El impostor viene para recordarnos que tenemos miedo… no hay otra que hacerle frente y repetirte: tú eres capaz. Si tú crees que tus servicios tienen un valor determinado…mantenlo. No lo bajes, concentra ese esfuerzo en crear una necesidad a los clientes pero no bajes nunca el valor de tus productos o servicios por miedo. Duda de todo, menos de ti.